Recuerdos a la distancia

DEL ÚLTIMO VIAJE


Por: Rosa M. del Puerto V.

En 2007, después de 22 años de vivir en el extranjero, Rosa vuelve a su tierra, a su México, a su Veracruz para pasar las fiestas Decembrinas. Regresa buscando los olores, los sabores, los sonidos de la tierra que dejó... este es el reato de cómo Rosa encontró su tierra jarocha.



Foto: "Veracruz" de Russ Bowling
Las Delicias de mi tierra 

Como tantos años (por fortuna) una vez más viaje a México en el período de las fiestas navideñas y de año nuevo; me reencontré con mi familia, visite a amigos y familiares dentro del estado pero que no viven en Veracruz, me di cita para saborear un cocktail de camarones en el mercado Zaragoza, para deleitarme con las nieves de guanábana y mango de los “güero, güera”, di varias vueltas por el zócalo y malecón, deguste un delicioso caldo Tlalpeño, comí pescado a la Veracruzana y las deliciosas picaditas del “Hotel Jaragua”. Disfrute de un paseo en lancha con mis hermanos e hijo por “Cancunsito” y el “Estero” (en donde mi hijo hizo algunos intentos por esquiar y casi lo consigue). Visite los nuevos complejos habitacionales de la carretera a “Antón Lizardo”. En noche buena paladeamos una sopa crema de queso de bola, pavo y lechón acompañado de puré de manzana y de camote (boniato como dicen en Uruguay), pastel tres leches y dulces como peladillas, turrones y frutos secos. Al día siguiente en el recalentado nos comimos lo que había sobrado de pavo y agregamos mole, arroz frijoles, buñuelos. El mole delicioso llevado por mi prima Quika desde Puebla elaborado en el “Hotel Colonial”y por supuesto las infaltables tortillas... Después de tarde aparecieron las piñatas que entusiastas rompieron los niños de la 4ta y 5ta generación de la familia. Debo decir que está cena familiar logra reunir alrededor de 100 personas año con año. Y por supuesto lo que no podía faltar: cantamos la posada, antes de pasar al frontón (donde se pone un enorme toldo bajo el que cenamos) nos encontramos en otro salón que ahora dado el número de personas nos ha quedado chico, éste salón comunica con una puerta a la casa, así que de un lado los que piden y del otro los que dan la posada, cantamos los villancicos. 


Otro poder 


En la cena del 31, si bien fuimos menos personas también fue muy familiar, nos reunimos en casa de mi hermano Jaime, cenamos pavo enchilado, el bacalao se olvidaron de servirlo así que lo comimos el día 1ero. Después de los abrazos y de charlar un poco, mi hijo me pidió que lo llevara a un lugar del malecón donde se reunían otros primos y sobrinos. El restaurante está situado de cara al paseo del malecón, así que teníamos una vista magnífica de lo que ahí pasaba. No cesaban de circular autos en un sentido y otro e iban apareciendo los espectadores para contemplar en pocas horas el amanecer. Ya es una tradición que la gente se junte a lo largo del malecón, ocupe un lugar y aguarde el gran espectáculo de ver despuntar los primeros rayos del sol del nuevo año. Las cosas ocurrían sin mayor novedad hasta que apareció circulando en la calle una larga caravana de patrullas y camionetas con policías portando armas de gran calibre (metralletas). La caravana iba y venía de una punta a la otra del malecón, debían ser unos 30 autos por lo menos. Nunca que recuerde había presenciado tal despliegue policial, era muy fuerte ver a todos esos hombres armados hasta los dientes, como si algo muy grave pudiera pasar, como si estuvieran dispuestos a aplastar cualquier desorden y me preguntaba: ¿a quién había que proteger?, ¿quién iba a atacar?, la gente comentaba “que bien que ahora hay tanta seguridad” yo me decía y ¿para que se necesita tanta seguridad?, si hay que recurrir a tanta presencia policial es que las cosas no andan muy bien. Y me surgían más preguntas ¿Es para evitar desmanes entre las gente que pueda estar pasada de copas? o ¿es para tratar de proporcionar una imagen de control relacionado con el poder ascendente del narcotráfico? Está pregunta surgió cuando relacione las cosas que había ido escuchando por ahí, por Ej.: 

Sabía que los Narcos habían alquilado una casa en uno de los fraccionamientos exclusivos de la ciudad, después la habían abandonado dejando huellas de que ahí se llevaban a cabo actividades clandestinas, como el secuestro de personas. Cuando se fueron olvidaron una pistola. En la radio escuche un programa de los más revelador: los conductores hablaban de las actividades de los Narcos enmarcadas en lo que se ha dado por llamar “cultura narco”, pues hay una forma de escribir (el género negro), cantar, un santo a quién venerar, identificado como propio de las personas involucradas en éstas actividades. Los gruperos (cantantes de un cartel o grupo determinado) se deben a ese sector y si cambian de grupo corren peligro, ya han perdido la vida por esto algunos gruperos. En el diario leí sobre otro estado del país donde habían apresado a unos Narcos, los tenían en un centro de salud heridos, dicho centro se encontraba altamente custodiado, se temía que quisieran liberarlos, cosa que en efecto pasó dejando la maniobra un saldo de 5 policías muertos. Así que el fenómeno se extiende como mancha de aceite por todo el territorio nacional, pero ahí en Veracruz resulta una novedad de los últimos años. La gente habla de la infiltración en la sociedad, de cómo van copando lugares como centros nocturnos, (antros) llamados por la muchachada. Eligen un antro y todos los fines de semana se encuentran ahí, extorsionan al dueño del negocio quién tiene que darles una cantidad mensual, parece que esto es una actividad frecuente de los integrantes del brazo armado del cartel, tal o cual. Los capos principales seguramente se codean con la sociedad que viste de traje y corbata, que tienen negocios e influencias. Las cosas en Veracruz están cambiando y no para bien. Tanto policía en la calle, y la presencia de los Narcos, así como temas alusivos a la tortura mencionada en la radio como si se tratará de una práctica común y difundida, exhortando a la denuncia, me hacían sentir que había cosas encubiertas que desconocemos de “otro poder”, dejando sentir sus coletazos, marcando presencia e impregnando las charlas de cafés. 


Dolor en las calles 


Una imagen que me produjo gran desazón fue la de una familia de indigentes que pedían unas monedas en la calle. La primera vez que los vi fue a la salida de un cine, el padre hablaba un español mal pronunciado, se percibía su origen campesino, nos deseaba feliz navidad y extendía su mano. ¿De donde llegó está familia?, ¿De qué parte del interior del estado viene buscando un mendrugo de pan?, trabajo sabe que no conseguirá, ¿Cuántos campesinos cómo éste han dejado su tierra para emigrar a otra parte del país o al extranjero. Hace pocos días el 1ero de Enero entró en vigor el capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio, con lo que se libera la entrada a partir de esa fecha de maíz, fríjol, leche en polvo, azúcar proveniente de EE.UU. y Canadá con precios subsidiados por sus gobiernos contra los que el campo mexicano no va a poder competir. Se anuncia la tumba económica de cientos de miles de campesinos, y el disparo de la migración a EE.UU. Miles de campesinos se verán obligados a abandonar su tierra y migrarán a las ciudades engrosando las filas de indigentes que tendrán que pedir en las calles o se incorporarán al “otro poder”; otros intentarán hacerlo a EE.UU. arriesgando la vida, exponiéndose a la deportación en el mejor de los casos. Por otro lado EE.UU. anuncia expulsiones masivas, con lo que México prepara albergues para recibir a cientos de deportados que también al cabo de un tiempo integrarán masas de desocupados, sumando más pobreza, e inconformidad social. No soy analista política, no pretendo hacer un informe en estos términos, pero no puedo dejar de plasmar en éste papel lo conmovida que me encuentro. Percibo tristemente gran descomposición en el tejido social de mi país: se acentúan las desigualdades, la migración aumenta, los poderes se dividen. Viniendo de afuera esto se siente con mayor fuerza, desde adentro la gente va cayendo en una suerte de acostumbramiento pasivo, la capacidad de asombro disminuye y lo disparatado se va incorporando silenciosamente. La imagen del campesino pidiendo desgraciadamente no es nueva, desde que tengo uso de razón no ha dejado de estar presente, pero cada día son más, y si a esto sumamos el número de desplazados por las tragedias naturales el panorama no es nada alentador. 

Mi México lindo y querido, se encuentra atravesado por muchas fuerzas que no le dejan cristalizar su potencial, que lo sangran, lo merman y lo enferman. Las depredadoras aves de rapiña agreden y atacan a los manglares y los campos de dunas,…. total Veracruz es muy rico, hay mucho y resiste que hagamos un complejo residencial rodeado de canales, que construyamos una y otra propiedad privada amurallada, una más grande y más lujosa que la otra, total está tierra da para esto y mucho más, y así, año con año la rapacidad aumenta y las fuentes naturales son mancilladas y exterminadas sin tregua, año con año el deterioro social y ambiental se siente como hiedra trepadora que escala la roca, hasta encerrarla completamente y asfixiarla.


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